Famosos por su innovadora contribución en la fabricación industrial de muebles de gran estética, funcionales y de bajo costo.
Han sido considerados los genios del diseño del siglo XX. No cabe duda. Hasta hoy se siguen fabricando los modelos de sus sillas, que seguramente se usan en las oficinas, las escuelas, los hospitales y las casas. Aún se ven en las fotos de los ambientes más modernos que muestran las revistas o las películas.
Charles nació en 1907 en St. Louis, Missouri, y su pasión por la arquitectura y la ingeniería lo llevó a estudiar en la universidad de su estado, pero a los dos años fue expulsado. A los 22 años se casó con la estudiante de arquitectura Catherine Woermann con quien tuvo a su única hija Lucía. Después de trabajar durante un tiempo como delineante de arquitectura, se asoció con otros dos colegas para construir edificios, hasta que en 1938 el famoso arquitecto finlandés Eliel Saarinem le ofreció una beca para continuar sus estudios en Cranbrook Academy of Art en Michigan. A los dos años ya se había convertido en decano de Diseño Industrial.
En ese momento de su vida apareció Ray, una creativa y chispeante artista plástica californiana nacida en 1912. Se enamoraron, Charles se divorció y en 1941 se casaron.
Ray Kaiser estudió dibujo con Hans Hofmman en Nueva York antes de ir a Cranbrook. Allí conoció a Charles y a Eero Saarinen, hijo del arquitecto finlandés. Trabajó con ellos en los diseños para el concurso de muebles orgánicos del Museo de Arte Moderno, el cual ganaron.
Después de casarse se mudaron a Los Ángeles y continuaron con el proyecto de hacer una máquina que moldeara con presión y calor las capas de madera pegadas con fibras sintéticas, que habían estudiado con Saarinen. El contrachapado o madera terciada se convirtió en la gran obsesión de ambos, al mismo tiempo que él trabajaba en la decoración y ambientación de “sets” cinematográficos y ella diseñaba las tapas de la revista Arts & Architecture para subsistir.
En la búsqueda de encontrar una forma de moldear el contrachapeado sin que se rompiera para producir sillas de bajo costo, construyeron su “laboratorio” en el cuarto de huéspedes de su casa. La máquina que crearon se llamó Kazam y para entonces ya habían invadido todas las habitaciones de la casa. Después de fallar varias veces, finalmente lograron un aparato casero que presaba varias capas de chapa de madera contra un molde de yeso y se curvaba usando calor generado por un pequeño motor.
En plena Segunda Guerra Mundial, el trabajo de los Eames llamó la atención de la Armada de los Estados Unidos. Fue así como le encargaron la creación de una férula de madera liviana para los heridos en combate, camillas, carcasas de planeadores experimentales y también accesorios para el interior de los aviones de guerra. Tener acceso a la tecnología y los recursos militares ayudó a los Eames a perfeccionar finalmente su proceso de moldeado de madera contrachapada en el que tanto habían trabajado. La madera podía doblarse y estirarse en las formas que querían.
Para cuando terminó la Guerra, Charles y Ray produjeron el modelo emblemático ECW, (Eames Chair Wood), una silla de madera terciada curvada, con la que ganaron la exposición de nuevos diseños de muebles del MoMa de Nueva York. Para los críticos es la “silla emblemática del siglo XX”. Después apareció la LCW (Lounge Chair Wood), que revolucionó los muebles de descanso.
Al poco tiempo, sus diseños fueron producidos masivamente por la empresa Herman Miller y aún tienen los derechos para Estados Unidos. A finales de los años 50, introdujeron las sillas de armazón de aluminio, también de gran belleza, resistencia y bajo costo.
La creatividad de ambos resultaba increíble. Trabajaban juntos armónicamente sin restarle protagonismo al otro. Ray fue una artista plástica muy talentosa, pero prefirió dejar los pinceles y las instalaciones para sumar su talento a los proyectos de su marido.
Charles quería que sus diseños fueran funcionales. Pero sin dudas, la unión con su mujer permitió que trascendieran. Ella formó parte del llamado expresionismo abstracto estadounidense, que tuvo su apogeo en la década de los 50. Por eso es relevante que durante esta época, los Eames crearan sus diseños de vanguardia, innovadores y populares.
Durante los años 50 y 60, el matrimonio Eames diseñó una gran cantidad de muebles que siguen vigentes. Produjeron increíbles cortometrajes, realizaron las primeras exposiciones y presentaciones en multimedia. Se dice que los Eames consiguieron crear un lenguaje visual propio, marcando una época en el diseño, la arquitectura y la fotografía. Charles aportaba su mirada tecnológica e industrial y Ray, la visión plástica y humanística.
En un discurso de 1952, Charles dijo emocionado que habían trabajado juntos tantos años que ambos eran por igual los autores de sus creaciones. “Cualquier cosa que pueda hacer, Ray la puede hacer mejor”.
Charles y Ray diseñaron y construyeron su propia casa en Pacific Palisades, California, como parte del Programa “Case Study House” patrocinado por la revista Arts & Architecture. Su diseño y uso innovador de materiales hicieron de la edificación una meca para arquitectos y diseñadores de todo el mundo.
Charles murió en 1978 y su esposa Ray, diez años más tarde. Los Eames dejaron un legado insuperable: lograron que su nombre sugiera que lo creativo, estético y funcional pueden ir de la mano.