La mayoría de nosotros alguna vez hemos sentido dolor en la región cervical, o al menos conocemos a alguien que lo haya padecido. La cervicalgia es una patología muy frecuente que se manifiesta como dolor en la base del cráneo, cuello y hombros.

Por su definición etimológica significa dolor en región cervical: algia dolor, cervic región cervical.

l dolor puede aparecer cuando realizamos un esfuerzo o puede ser constante. En la mayoría de los casos, esta patología, es producida por una contractura de los músculos de dicha región, pero existen otras causas y factores que también pueden generarla.

El cuerpo humano está diseñado para moverse; para estar en constante movimiento. Cuando un músculo o grupo muscular no se mueve durante un tiempo prolongado entra en un círculo vicioso del cual le cuesta salir. Por la falta de movimiento, el músculo no logra aumentar su temperatura por lo que los vasos sanguíneos que lo nutren no incrementan su calibre y el flujo es escaso. Cuando esto sucede, el tejido se encuentra poco o mal nutrido impidiéndole tener la energía necesaria para descontracturarse. Esto genera dolor, el cual nos avisa que dicho tejido requiere de nuestra atención y debemos hacer “algo” para restituirlo y devolverle la salud.

Otros factores que pueden provocar las tan famosas contracturas cervicales pueden ser: realizar esfuerzos de carga, amamantar a un niño, patologías propias del raquis cervical, alteraciones en la pisada (pie plano, pie cavo), mala postura, tensión nerviosa, estrés, accidentes de tránsito por mencionar algunos de los más frecuentes.

Algunas cervicalgias cursan con dolor local mientras que otras pueden generar dolor o parestesias (sensación de hormigueo) irradiado a uno o ambos brazos y llegar hasta los dedos de las manos. En todos los casos lo indicado es consultar al médico para que sea él quien provea un correcto diagnóstico.

En los casos en los que la causa del dolor es netamente una contractura muscular lo indicado es colocarse calor para aumentar la temperatura local: el calor debe aplicarse sobre la base del cuello hombros. El modo de aplicación puede variar según las posibilidades de cada uno. Pueden colocarse almohadillas térmicas eléctricas que mantienen constante la temperatura y son seguras, pero quien no tenga una, ni tampoco la posibilidad de adquirirla, puede, de modo casero, calentar arena o alguna legumbre seca y envolverla en una bolsa de tela y colocarla sobre la región en cuestión. Eso le proporcionara calor durante algunos minutos. Una ducha caliente durante unos minutos también puede ayudar.

Luego de la aplicación de calor durante 20 minutos, lo indicado es sentarse en una silla con la espalda apoyada y realizar respiraciones profundas y lentas acompañadas de una elongación o estiramiento. Para ello se debe llevar la oreja hacia el hombro en un movimiento de inclinación y luego hacia el otro lado. Luego se debe mirar por encima del hombro como si se quisiera mirar hacia atrás en un movimiento de rotación hacia un sentido y luego hacia el otro. A continuación se llevará la pera al pecho generando un movimiento de flexión y luego se realizarán rotaciones hacia atrás con los hombros con las manos apoyadas sobre los muslos (los hombros a la vez deben realizar los movimientos de llevarlos hacia arriba, hacia atrás, y hacia abajo) repetidas veces. Esta es una de las maneras para cortar con el círculo vicioso en el que ingresa el músculo cuando se encuentra contracturado: CALOR+ELONGACIÓN. Es un tratamiento que puede realizarse en la casa y es muy sencillo. Luego del calor, la elongación no dura más de 10 minutos y podrá sentir la diferencia. Los músculos ahora se encontrarán mejor nutridos, elongados y con una temperatura más elevada. Esto puede repetirse dos a tres veces por día y puede hacerse todos los días.

Recuerde que un cuerpo en movimiento es un cuerpo saludable.

Jerónimo del Campillo