La buena noticia es que realizando una serie de cambio de hábitos alimentarios y de estilo de vida, se pueden reducir los niveles de colesterol en sangre e incluso prevenir su aumento.
El colesterol es una sustancia grasa indispensable para la vida. Forma parte de las membranas de las células, produce hormonas sexuales y sales biliares fundamentales para la digestión. Procede de distintas fuentes: producido por nuestro cuerpo (el hígado) e incorporado a través de algunos alimentos de origen animal (carne, lácteos enteros, manteca, embutidos, fiambres).
Si nuestro colesterol total supera los 200 mg/dl deberíamos incluir:
- Legumbres: lentejas, porotos, garbanzos. Aportan carbohidratos complejos, fibra y compuestos antioxidantes. Reducen los niveles de colesterol en sangre y protegen la salud del corazón.
- Pescados grasos: como el salmón, atún, caballa, sardinas, arenque. Contienen ácidos grasos insaturados (como el omega 3), que mejoran la salud cardiovascular.
- Fibra: los alimentos ricos en fibra, como los cereales integrales, frutas, verduras y semillas además de reducir las concentraciones de colesterol total en sangre, disminuyen el colesterol LDL (malo), y facilitan el control de peso.
- Semillas de chía: preferentemente deben consumirse molidas, para aprovechar las grasas saludables de su interior. Contienen ácidos grasos omega 3 y fibra.
- Frutos secos: como las nueces, almendras, castañas. Además de contener grasas cardioprotectoras, aportan Calcio, proteínas y fibra.
Además de incorporar estos alimentos en nuestra dieta habitual, es importante modificar algunos hábitos relacionados con el estilo de vida, tales como:
- Sedentarismo
- Fumar.
- Consumo de alcohol.
- Estrés.