El término “alta capacidad” se emplea en educación formal para referirse a alumnos que, por su alto potencial intelectual, precisan de un apoyo educativo específico, sin el cual no pueden llegar al máximo desarrollo de sus capacidades personales. En este sentido, altas capacidades intelectuales (ACI) hace referencia a unas capacidades por sobre la media, en una o más áreas de conocimiento, o en una o más funciones cognitivas. Se debe remarcar especialmente el hecho de que son capacidades, es decir, algo potencial, lo que quiere decir que no tiene por qué haber un rendimiento, o un resultado visible.
Además, esta capacidad tampoco tiene porqué reflejarse en el ámbito académico; hablamos de un potencial para el conocimiento, pero conocimientos hay muchos, y el académico es sólo uno de ellos.
¿Cómo reconocerlos?
Los niños y niñas con altas capacidades son muy diversos. No obstante, existen algunas características comunes que suelen presentar:
- Ritmo de aprendizaje rápido; capaces de asociar ideas de manera rápida.
- Retienen mucha información; memoria excelente.
- Amplitud de vocabulario inusual y estructura de frases compleja para su edad.
- Aprendizaje autónomo de la lectura y la escritura en Educación Infantil.
- Profundidad emocional; sentimientos y reacciones intensos, muy sensibles.
- Pensamiento abstracto, complejo, lógico y perspicaz.
- Gran sentido de la justicia a edades tempranas.
- Concentración intensa, persistencia y periodos de atención más amplios solo en temas de su interés.
- Ensimismados en sus propios pensamientos; soñadores.
- Capacidad para aprender habilidades básicas más rápidamente y con menos práctica.
- Alto grado de curiosidad; plantean preguntas constantemente y de manera ilimitada.
- Interés en experimentar y hacer cosas de manera diferente.
- Tendencia a ordenar ideas o cosas de manera inusual o que no es obvia (pensamiento divergente).
- Sentido del humor agudo e inusual, con juegos de palabras y/o sarcasmo.
La falta de atención a las necesidades específicas de los niños con altas capacidades, surge del mismo desconocimiento acerca de la temática.
Es necesaria la difusión para evitar una mirada que los muestre como «genios», «raros», «inteligentes para todo», «adultos en miniatura» etc. Esta mirada sesgada, estigmatizadora y casi excluyente es claramente un reflejo de los mitos que diariamente los niños y sus papás sufren en la escuela y en la sociedad en general. Se piensa que un niño que lee o escribe a los 2 o 3 años, o se interesa por los planetas, biografías, insectos o dinosaurios, es un niño sobreestimulado, cuando quien lo dice se olvida que, cuando no existe la capacidad suficiente para aprender sobre algo, es imposible que el estímulo pueda ser asimilado.
Las imágenes por resonancia magnética proporcionan nuevos y apasionantes conocimientos sobre cómo piensan los cerebros más dotados. El estudio de las mentes prodigiosas, de las mentes de los más hábiles solucionadores de problemas, de los expertos en música o de los expertos visuales, nos acerca a entender cómo piensan y nos ayuda a completar la visión que antes se obtenía de las biografías y las notas personales.
Lo primero en lo que uno se fija al ver una resonancia de estas personas es que la imagen parece un “cerebro en llamas”, con multitud de pequeños incendios, correspondientes a la alta actividad metabólica, brillando de color rojo por toda la imagen. Cada punto representa millones de micro-combustiones en las que la glucosa se metaboliza para proporcionar la energía que la actividad cerebral necesita.
Ahora ya sabemos, por ejemplo, que estos cerebros son metabolizadores muy intensos y difusos, pero los descubrimientos no acaban ahí, ya que toda esta actividad requiere una compleja coordinación en la que parece que participan diversas áreas del cerebro, visuales, espaciales, verbales y sensoriales. Su forma de pensar difícilmente implica un pensamiento unimodal; son, más bien, grandes conductores y organizadores de información diversa y multimodal.
Como resultado de estas características especiales del cerebro, estas personas suelen gozar de unos beneficios que incluyen una percepción más vívida, una gran memoria, una mayor base de conocimientos, una mayor capacidad para establecer relaciones y una mayor capacidad analítica.
Sin embargo, estas mismas características neurológicas tienen una serie de inconvenientes potenciales, que incluyen: sobrecarga sensorial, emocional y de memoria, hipersensibilidad sensorial, desorganización personal, distracción, retraso en el procesamiento de la información debido a la “parálisis por análisis” (o quedarse bloqueado por un exceso de opciones) y fatiga mental.
El reto para estas personas, y para quienes les educan, es mantener el “fuego” en cantidad suficiente para obtener luz y calor, pero sin que llegue a quemar.
La falta de capacitación docente, quienes no han tenido en su formación, la preparación necesaria en esta temática, conlleva a que, no solo desconozcan el tema, si no que no tengan las herramientas necesarias para trabajar en el aula.
La sobreexcitabilidad es una intensidad innata que indica una mayor capacidad para responder a los estímulos. Encontrándose en mayor medida en las personas creativas y con talento, la SE se expresa en una mayor sensibilidad, mayor conciencia y mayor intensidad, y representan una diferencia real en el tejido de la vida y en la calidad de la experiencia.
Algunas investigaciones y mucha observación natural han dado lugar a la creencia de que la intensidad, la sensibilidad y la sobreexcitabilidad son las características principales de los niños con alta capacidad. Estas observaciones se sustentan en la opinión tanto de padres como de profesores que notan las diferencias, tanto de comportamiento como constitucionales, entre estos niños y sus compañeros.
Es de gran utilidad enseñarles a cómo encontrar las respuestas a las preguntas. Esto respeta y alienta la pasión de una persona para analizar, sintetizar y buscar el entendimiento.
Acompañarlos a aceptar todos los sentimientos, independientemente de la intensidad. Para las personas que no son altamente emocionales, esto parece particularmente extraño. Sienten que los de alta sensibilidad emocional son simplemente melodramáticos. Pero si aceptamos su intensidad emocional y les ayudamos a resolver cualquier problema que se pueda dar a lugar, vamos a facilitar su crecimiento saludable.
Permitirles tiempo para la actividad física o verbal, antes, durante y después de actividades normales diarias y actividades de la escuela -a estas personas les encanta “hacer” y tienen necesidad de “hacer”.
Proporcionar tiempo para la espontaneidad y actividades abiertas, actividades al aire libre. Todo ello tiende a favorecer a las necesidades de una persona con alta sensibilidad Psicomotriz.
Para tener en cuenta:
Suelen tener una memoria más eficaz, por lo que requieren menos repaso en clase, además de que generalmente llegan al aula con más conocimientos que los demás niños, conocimientos que han obtenido de fuentes externas, con frecuencia a través de un aprendizaje incidental, es decir, escuchando, observando, percibiendo y captando informaciones fuera del canal de la educación formal.
Son como un imán cognitivo que atrae y absorbe ideas e información con una avidez que no muestran sus compañeros.
Muy a menudo, esta facilidad para la adquisición de información ha sido interpretada como una señal de que la educación de estos niños debe consistir en llenar sus cerebros de información hasta saturarlos. Pero la verdad es justo al revés. Precisamente porque son capaces de adquirir y retener con menos esfuerzo los conocimientos básicos, lo que se debe hacer es dedicar a esta adquisición menos tiempo, no más y, con el tiempo que sobra, enseñarles a pensar como mentes expertas. No necesitan una mayor cantidad de información, sino aprender a qué hacer con la que ya tienen.
El niño dotado se inicia desplegando todos sus dones (no debemos olvidar que por lo general tienen muchas expectativas con respecto a la escuela) pero pronto se encuentra con un entorno que lo obliga a hacer y repetir tareas que ya domina. No suelen ser los mejores de su curso, generalmente, si no reciben ayuda, son mediocres o fracasan. A esto pueden sumarse agresiones de parte de sus compañeros que no le permiten identificarse ni pertenecer al grupo por notarlo “distinto”.
Esta situación genera en el niño un desequilibrio entre el desarrollo intelectual y el socioafectivo. La angustia que le produce lo llevará a buscar un equilibrio, deteniendo lo más posible la manifestación de sus dones, ya sea consciente (simula no entender o no saber) o inconscientemente, y puede llegar a ser confundido con un niño con deficiencias intelectuales, o trastornos de conducta.
Las niñas, sobre todo, suelen esconder sus talentos para ser aceptadas socialmente, por lo que suele ser más difícil la identificación de su alta capacidad.