¿Qué decimos cuando hablamos?

Muy a menudo utilizamos en nuestros discursos diarios expresiones que inconscientemente tomamos prestadas. No sabemos de quién o de dónde, e incluso a veces tampoco conocemos a ciencia cierta qué quieren decir. Y tampoco nos lo preguntamos.

Lo cierto es que las venimos escuchando desde chicos, y sabemos identificar cuándo es buen momento para aludir a ellas. Sin embargo conocer el origen de esos dichos populares resulta más que interesante, tal como vamos a descubrir a continuación.

• ”A caballo regalado no se le miran los dientes”: este conocido refrán enseña que cuando recibimos un regalo no debemos buscarle defectos o criticarlo. Por el contrario, debemos estar agradecidos. La explicación es que cuando queremos conocer la edad y el estado general de salud del animal, el principal indicador que se debe mirar es la dentadura.

• ”Poner los cuernos”: esta frase se usa para indicar que se ha cometido una infidelidad. Su origen se remonta a la edad media, en la cual se colocaba una cornamenta de ciervo en la casa donde el señor feudal estaba ejerciendo el llamado derecho de pernada. Tal derecho consistía en la potestad que se les otorgaba de mantener relaciones sexuales con cualquier doncella, sierva de su feudo, que fuera a contraer matrimonio con uno de sus siervos.

• ”Hacerse agua la boca”: es conocido por todos que lo que esto significa es desear un algo que nos resulta apetecible. La realidad es que la salivación es un estímulo que está asociado a la comida y su olor, y que cumple la función de contener sustancias importantes para la digestión y la salud bucodental (protege la superficie interna de la boca y los dientes debido a su PH alcalino). Pero se ha demostrado que el sólo recuerdo de una rica comida, o algo que nos recuerde a ella puede provocar la salivación.

• ”No hacerse mala sangre”: a todos alguna vez nos han tratado de calmar los nervios o tensiones utilizando esta expresión, y diciendo que nos iba a hacer mal. Y estaban en lo cierto. Es que cuando nos estresamos, y más si eso se mantiene en el tiempo, nuestro cuerpo reacciona enviando las llamadas “hormonas del estrés” al torrente sanguíneo. Esto baja nuestras defensas y aumenta nuestra presión, haciéndonos más propensos a contraer enfermedades.

• ”A seguro se lo llevaron preso”: viene de Jaén, España, donde los delincuentes eran recluidos en el Castillo de Segura de la Sierra. Originalmente se decía “a (la prisión de) Segura se lo llevaron preso”, lo que advertía de no robar, para no terminar en Segura. Hoy significa que nadie está libre de alguna contingencia.

• ”Hasta que las velas no ardan”: se originó en los prostíbulos, en épocas en que no existía la luz eléctrica y los relojes eran objetos de lujo. La madama le entregaba al cliente una o varias velas, según lo pagado. Cuando se consumían, el turno había concluido; esto es, había sexo “hasta que las velas no ardan”.

• ”Más loca que una cabra”: esta es una forma graciosa de decir que alguien no está en sus cabales, y como los dichos anteriores, también tiene un origen. Los corderos, una vez destetados, siguen mansamente a su madre. En cambio los cabritos se disparan a los saltos hacia el monte “como locos”, provocando que su madre deba salir a tratar de ubicarlos.

Existen infinidades de expresiones populares y palabras que utilizamos sin conocer su verdadero significado. Las mismas son producto de nuestra cultura, la cual nos define y nos otorga identidad, y se transmiten de generación en generación. Por eso siempre es bueno conocer sus orígenes, para no ser sólo meros reproductores, y para aprender también Qué decimos cuando hablamos.

Any Navarro

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