The Joker: La falta de empatía

Todos y cada uno hemos conocido, como protagonista o testigo, situaciones de diferencias e injusticias representadas por la falta de esa capacidad de “ponerse en el lugar del otro”

En las escuelas, el bullying; en las sobremesas familiares, la “grieta”; en el futbol, la intolerancia al punto de la violencia extrema.

¿Qué es la empatía?

La atención hacia el otro, construyendo puentes para las relaciones sociales. Si hablamos de empatía no se trata de un atributo único sino más bien de una triada compuesta por la empatía cognitiva, que es la capacidad de entender la perspectiva de la otra persona; la empatía emocional, que constituye la capacidad de sentir lo que siente la otra persona y el interés empático, que es la capacidad de entender lo que el otro necesita de vos.

¿Para qué nos sirve?

Suspender tu propia implicación para poder observar lo que está ocurriendo te proporciona una conciencia atenta de la interacción sin reaccionar automáticamente a todas las situaciones. Es decir, observar con cierta objetividad sin dejarse llevar por los prejuicios que todos en mayor o menor medida portamos en la vida cotidiana.

¿Cómo llego a empatizar?

“Necesitas entender tus propios sentimientos para entender los de los otros”. Entonces, para acceder a tu capacidad para la empatía emocional, debes combinar dos tipos de atención: un foco deliberado en el reflejo que tienen sobre ti los sentimientos de otra persona y una especial sensibilidad para entender los rasgos faciales, el tono de voz y los detalles visibles de la emoción de esa persona.

¿La empatía es innata?

Muchos creen que puede ser un don, “a gift”, un regalo, pero en verdad puede desarrollarse, es decir, un ejercicio saludable sería poder observar al prójimo intentando encontrar todos esos puntos en común que tenemos, aunque hasta en una discusión acalorada no lo parezca. En definitiva, nos une la humanidad misma como evoca el filósofo Fernando Savater en “Ética para amador” cuando relata el encuentro entre Robinson Crusoe y el Canibal Viernes, solos en una isla procedentes de mundos tan distintos, se tienen el uno al otro.

¿Hasta dónde vamos con la empatía?

El interés empático y la empatía emocional y cognitiva es la que ponemos en marcha cada profesional de la salud frente a un paciente, aunque también puede ser utilizada por un político en época de campaña o por un publicista haciendo un análisis de mercado. Cada uno le va a imprimir su impronta, su motor, pues lo que los moviliza serían circunstancias diferentes. El interés empático requiere que gestionemos nuestra propia afición sin insensibilizarnos frente al dolor de los demás.

¿Para qué nos sería útil?

Desarrollar la empatía nos favorece en muchos aspectos, en principio, es necesario del autoconocimiento e introspección para favorecer el reconocimiento de los puntos de identificación que tengo con el otro. Aporta relatividad a las diferencias, es decir, si estamos en medio de la calle con un atasco de tránsito y alguien reacciona de manera impulsiva yo puedo copiar el comportamiento y empeorar la situación o puedo conectarme con mi ser interior y ejercitar la comprensión a través de la empatía, cortando de manera disruptiva la escena y tomarlo con calma hasta con unas disculpas y una sonrisa si te animas. Pronto verás que la persona queda absorta y puede asimismo copiar ahora si esta actitud más saludable.

Finalmente, para los cinéfilos, que hubiera sido de Arthur si hubiera sido un poco comprendido. Quizás algo de la resiliencia se hubiera manifestado en su vida. Y esto último lo dejamos para otro encuentro.

Paola Perabó